Articel publicat al blog de Jordi Linares
Esta semana ante el mal tiempo, he decidido aparcar la Vespa y dejar también las visitas guiadaspara ser yo quien asista a una excursión con visita guiada. Enmarcada dentro de la Semana de la Ciencia de la Universidad Politécnica de Valencia, Campus Alcoy, descubrí la posibilidad de alistarme en esta excursión con charla incluida, a cargo de José María Segura, director del Museo Arqueológico de Alcoy y de Jorge Soler, técnico del MARQ (Alicante) y responsable de los últimas excavaciones en la Cova de l’Or (Beniarrés): ambos dos increíbles eruditos y máximos conocedores de la materia.
Salí de casa con mis botas, que hacía así como un año que no me las calzaba y bien pronto empecé a perder las suelas (no es broma). Llegué al bus de milagro sólo con una suela: me aguardaba una simpática jornada. El grupo estuvo compuesto por unas 50 personas totalmente heterogéneas, pero todos compartíamos el interés de descubrir aquella cueva, casi mítica, sí, donde se encontraron restos pretéritos del neolítico: un primo, un abuelo, un vecino había subido y contaba maravillas de lo que allí encontraron.
Ya en marcha, paramos en Beniarrés donde tuvimos la oportunidad de conocer información de primera mano a cargo de José María Segura y Jorge Soler. Posteriormente visitamos el centro de interpretación de la Cova d’Or en Beniarrés que es pequeño, pero matón y donde se muestran réplicas de los objetos encontrados en las diferentes excavaciones. Los originales que se han podido salvar de muchos expolios, se guardan celosamente en el Museu Arqueològic d’Alcoi “Camil Vicedo”. Entre estos objetos, destaca una cerámica con una “dama” orante con los brazos elevados hacia el cielo. Este pequeño vaso decorado con la concha de un berberecho, es según Jorge Soler, una de las piezas más importantes del neolítico en toda Europa. Sus autores procedían de oriente y entraron a nuestras tierras 5.600 años antes de Cristo a través de ese mar, esa vía de comunicación que es y debe ser el Mediterráneo. A continuación les mostramos algunos objetos encontrados en la cueva. Fotografías de www.beniarres.org
Dicho y hecho, ya con sólo media suela de mis laureadas botas (sí, con las que escalé con hielo el Mulhacén) empezamos el camino de subida. Hasta cierto punto se puede hacer en coche pasando por campos centenarios o casi milenarios de olivos, herencia de un pasado prehistórico, pero también musulmán y cristiano. La cosa se complica cuando aparece el cartel de “Cova d’Or 45 minutos”. Hasta aquí todo era primavera y felicidad: risas, chistes, qué fuertes estamos, etc. Pero a partir de ahí, la senda se complica: el camino se estrecha y un caminito de zigzag se abre ante nosotros. Hay que tener claro que se trata de una cueva, no de un abrigo rupestre, por lo tanto está bastante escarpada y además fue un lugar de culto, un santuario, un hito donde el “santón” de turno “conectaba” con el más allá; vamos, que está bien difícil de acceder (eso sí, hay cobertura).
Después del tortuoso camino de ascensión con unas impresionantes vistas de la Sierra de Mariola, la Font Roja, la Serrella, Aitana, el Puig Campana y otros sistemas montañosos, llegamos a la pequeña cavidad. Debido al continuo mal uso y destrozo generalizado, se ha creído necesario tapiar la entrada y sólo dejar acceso a través de una pequeña puerta: muchos han sido los actos vandálicos sufridos que han deteriorado la cueva, dejándola en un pésimo estado de conservación.
El interior rezuma ese aire de misticismo propio de las cavidades. No hay resto de pintura rupestre en cuevas del neolítico, pero sí en abrigos como el de la Sarga (Alcoy) o Plà de Petracos. En esta cueva se encontraron restos cerámicos de diferentes épocas que evidencian primero un uso ritual del espacio y posteriormente un uso frecuente de pastoreo, donde se guardarían cabras y serviría de abrigo para pastores en diferentes épocas. Las piezas más fascinantes de cerámica, sílex y huesos trabajados se encuentran en el ya mencionado Museo Arqueológico de Alcoy y en breve, la Diputación de Alicante espera poder abrir la cueva al público con un programa divulgativo.
Realmente merece la pena la tremenda paliza de trepar como auténticas cabras hasta la cima y poder sumergirte en un espacio tan peculiar. En el interior, se abre una cavidad a modo de ventana que es lo que permitió la vida en el interior gozando de condiciones optimas. La cueva no tiene salida y cuenta con diferentes estalactitas: muchas de ellas destrozadas por gamberros. Sus entrañas arrojaron gran cantidad de objetos e información, para que hoy arqueólogos y público en general, podamos conocer un poco más de ese cambio drástico que supuso el paleolítico al neolítico y de la vida nómada a la sedentaria.
Así pues, visita totalmente recomendada por el paisaje, la explicación y el “descubrimiento”. Recomiendo llevar botas con suelas para la ascensión y posterior bajada, agua y ropa adecuada. Si a eso después lo acompañas con una visita al centro de interpretación en Beniarrés o al Museo Arqueológico de Alcoy para contemplar las piezas originales, mejor que mejor. Cuevas históricas, hallazgos míticos, donde si no, en el interior de la Provincia de Alicante, el corazón de Costa Blanca, una tierra buscada en la prehistoria y que ahora a nosotros nos toca mantener y cuidar.
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